14.2.13

los meses pasan

Dicen que lo peor, aún está por llegar. 
Que cuando se muere alguien en este plano, pasados los primeros seis meses comienza la dura realidad de afrontar que esa persona no estará más aquí.
Hasta ahora no lo había pensado, y por el momento no puedo opinar. 


Ese hemisferio de los seis meses ya ha empezado, ya ha pasada la fecha fijada para ello, ahora, se supone que afrontar la realidad más consciente es el propósito en este avance contínuo del caminar, de la vida. Hace seis meses que en la madrugada del viernes 28 de julio –mi padre en esta vida– decidió que era su momento para partir, y así fue. Su cometido en este mundo, en esta vida, en este plano, estaba listo, terminado y tenía que seguir su camino. Al igual que todos y cada uno de nosotros seguimos en cada instante caminando en nuestro avance él, también así lo hacía.


Tal vez aún no comprendamos el real y verdadero camino, el efecto de la muerte. De ese cambio de esencia física. Ese dejar este cuerpo para pasar a otro estado. 
Así lo entiendo yo, como una muerte física, de la carne, huesos y esencia física visible a los ojos humanos que nos hace ser fácilmente divisados y reconocidos por otros y por nosotros mismos frente a un espejo. 
Algo muy curioso porque, aunque parece que nos reconocemos como esto físico que somos, la mitad del tiempo no nos acabamos de ubicar en esta vida, nos preguntamos constantemente qué hacemos aquí, para qué y por qué estamos aquí... Incluso entra en nuestras preguntas el poder llegar a saber qué se espera de nosotros, si es que algo se tenga que esperar...
Sí, yo lo siento así. 


Hoy me llegaron unas palabras que pronuncié mientras estaba en el coche, luego de volver a poner el contacto en la gasolinera: Papá, tengo ganas de verte! Y tras ellas una sonrisa de, sí, ya sé que no estás aquí, y pensé, todo es posible! 
Seguí camino rumbo a donde encaminaba de antemano mi propósito de recados en la mañana. Entrando por la calle principal, paseaba un señor por la acera de la derecha, hacia mi, cuando nos cruzamos, miré hacia su cara y él hacia mi, sonrió y entendí la presencia de mi padre. Fue algo bello, intenso y lleno de Gracias! Sonreí y dí las gracias porque sé, y así me llega, que además de no existir la soledad, todo es posible si permites que así sea.
Sí, yo lo siento así. 


Cuando dejas que todo fluya como el agua en su recorrer, todo es del mejor modo posible para ti. Vivo, lleno de la pureza y frescura que está en tu camino, para ti. Cuando dejas que todo sea, permites que aquello que no te conviene, que no es para tí por más que te empeñes, se aleje, se aparte de tu camino para que también siga el suyo... Todo es perfecto cuando nos permitimos ser uno con el todo, cuando permitimos que la Gracia Divina nos bañe e inunde desde dentre y desde fuera.. 


Sí, yo lo siento así. 





(((Elijo esta foto que en un día le regalé a mi padre, 
con Amor, Luz  y Fé, hoy y siempre)))




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