7.4.12

aceptar la transmutación

Si! Había llegado el momento de la transmutación. El día tan esperado se asomaba y ella, sentía que algo diferente pasaba pero, no era del todo consciente de ese momento. Mientras las horas que no existían marcaban el paso del día, sabía que algo estaba sudeciendo, su estado tanto anímico como frente al comportamiento hacia los demás, era diferente, el ahora le decía que en realidad era ella, que siempre había sido, que siempre había estado permanecido escondida, intentando que nadie la llegase a conocer tal y como realmente era. En realidad, ni ella misma era capaz de saberse.

Su sensación cambiaba de tal modo que poco podía hacer, el proceso estaba en marcha y todo por lo que había estado esperando, se estaba dando a conocer. Lo que la mantenía a la espectativa, era que sentía se estaba separando de todo, y la vez, se unía al todo. Ya, lo que hasta ahora había formado parte de ella en pro de una necesidad, dejaba de actuar como tal sentimiento de necesidad de estar, de ser, de hacer.

Ahora, sólo quería seguir sintiendo ese estado que la mantenía alerta en cada momento que sentía de  aliento. Sabía que su nuevo estado consciente iba a acompañarla desde ahora y por siempre y por ello, se sentía felizmente agradecida.

El amor que hacía días había llegado a experimentar por él, quedó en un grato recuerdo de eseos momentos conscientes que ya había experimentado, de esa aceptación de su propio ser, de su propia valía, lo que ahora la hacía realmente capaz de saberse ella misma plena, capaz del todo, amante de la vida y de ella misma.

Con todo, su alma estaba alegre y triste al mismo tiempo. Había llegado a pensar que el amor que sentía por él era una realidad soñada. Por momentos pensaba en él como el gentíl caballero que como hombre llenaba su vida de mujer, a la par que lo sentía como el maestro que un día llegó a su vida para darle a conocer el verdadero significado de la verdad, y ella, sin saber ya ni qué, ni cómo pensar, se dejó llevar por la voz sagrada del universo en pro de su mayor bien, pues supo, que sólo así llegaría a alcanzar su propósito en esta vida...

Aún así, ella sabe que le ama. Sabe que lo que siente hacia ese hermoso ser y gentil caballero, es un amor puro y pleno. Y por eso, cada noche sigue cerrando los ojos para poder estar a solas con él, para tenerlo cerca y sentirlo como aquella noche que bajo el mismo techo y en la misma cama, sus cuerpos reposaron al aguardo de un nuevo día, uno junto al otro en la perfecta armonía del descanso y del respeto mutuo.

Si, quizás todo es lo difícil y fácil que queremos que así sea pero, cuando uno ama a un ser y al mismo tiempo sabe que ese amor ha de estar a la espectativa del día a día, permanecer en la sombra o incluso en el olvido, es como participar en una gran batalla que ha de ser conquistada y no se encuentra el modo de poder llegar al final del día con la victoria. Es como un gran sentimiento de respeto sin posible conclusión alguna a modo de que el alma y el corazón permanezcan intactos bajo el consuelo amoroso del amor... y por ello, le sigue amando en la distancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario